miércoles, 28 de febrero de 2018

" TODO LO QUE CABE EN LOS BOLSILLOS" EVA WEAVER

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La novela comienza con un anciano paseando con su nieto, cuando ven el letrero de una obra de títeres el anciano se altera de tal modo que termina contando la historia de su vida  a su nieto y esa vida no es otra que la vida del titiritero de Varsovia.

Mika es un niño polaco que ve como de la noche a la mañana todo su mundo se desmorona cuando las tropas de soldados alemanes invaden la ciudad. Hasta aquí nada novedoso, hay miles de libros que comienzan de forma similar pero este libro es especial. 

Mika hereda las marionetas que su abuelo ha hecho con sus propias manos y el abrigo del anciano lleno de escondites secretos. Y así, sin proponérselo, se convierte en un titiritero, sus pequeños muñecos darán consuelo a los niños del gueto de Varsovia e incluso le ayudan a tomar decisiones importantes a él mismo. Esta profesión le lleva, incluso, fuera de los muros del gueto para entretener con sus obras a los soldados alemanes. El soldado que le facilita estas salidas, Max, va a ligar su destino a Mika gracias a su muñeco más preciado. Mika pierde muchísimo en esta guerra pero también aprende cosas como la solidaridad, el sacrificio, el valor... y mientras Mika crece como persona y consigue esquivar los campos de concentración. Max se replantea cosas y nos muestra su lado más humano aunque siempre limitado por su conciencia militar y su deber de cumplir órdenes.

Una vez que el gueto está prácticamente vacío, los pocos judíos que han conseguido escapar de los trenes, se levantan y luchan con ahínco por su libertad, Mika se encuentra entre ellos, consigue escapar y refugiarse en el bosque junto con la resistencia hasta que los alemanes son derrotados. 

Y aquí comienza la historia de Max, el soldado alemán, que lleva consigo uno de los títeres de Mika. Max sufre en sus propias carnes lo que es pasar días en un vagón lleno de personas con la enfermedad y la muerte rodeándole, tal y como habían hecho ellos con sus prisioneros. Cuando el tren llega a su destino, Max, desolado se da cuenta de que allí no hay escapatoria , la temperatura de Siberia impide cualquier plan de fuga. En el gulag siberiano sigue la muerte y la desesperanza pero llega un momento en que Max decide que no puede continuar allí y huye.

Y la historia de ambos continua hasta que el títere que Mika regaló a Max los vuelve a unir.

Y a grandes rasgos este es el argumento del libro. A través de los ojos de Mika vemos la vida en el gueto día a día, la desesperación de los padres por salvar a sus hijos; el valor de algunos adultos al luchar por los niños e intentar sacarlos del gueto para que tuvieran una oportunidad; el valor de otros adultos al no abandonar a los niños que no tenían a nadie más, como es el caso de Janus Korczak, médico, pediatra, pedagogo que se hizo cargo del orfanato del gueto y lo abandonó junto a sus niños en dirección a Treblinka donde encontró la muerte. Vemos también el levantamiento tardío en el gueto cuando ya no quedaban apenas judíos en él, un último acto de rebeldía que no esperaban los mandos alemanes. 

Por otro lado, conocemos gracias a Max, las dudas de los soldados alemanes , el infierno del gulag ruso, las heridas profundas que dejan los conflictos de este tipo, la amargura al verte abandonado incluso en tu propio país y por tu propia familia.

En definitiva y aunque parezca raro viendo la temática, es una historia preciosa, de los pocos libros que acaricias la contraportada cuando lo acabas con una sensación agridulce en el cuerpo.

Os la recomiendo al 100 por 100 porque es imposible que una historia tan bien escrita, tan llena de humanidad pueda disgustar a nadie.



martes, 20 de febrero de 2018

VASITOS DE QUESO Y FRESA

Al ver el día que era , palmetazo en la frente y corriendo a poner la receta porque se me va a juntar con la de este viernes. ¡Si es que no se puede ser tan despistada!

Los vasitos estos fueron todo un éxito y puedo dar fe que están muy muy buenos. ¡A coger papel y boli! (o más acorde con los tiempos que corren pantallazo y a guardar la receta).

Para elaborar este postre necesitamos:

- Unas cuantas fresas, depende del grosor de la cobertura que queráis poner. ( en clase con seis o siete fresas de las grandotas tuvimos de sobra para dos vasitos)
- 150 gr de queso tipo Philadelphia (para dos vasos 150, para cuatro una tarrina completa y os sobrará seguro)
- Unas cuantas galletas (dependiendo del grosor del recipiente donde vayáis a hacerlos, en los vasitos de plástico que utilizamos con tres galletas por vaso nos llegó bastante bien)
- 100 gr de leche condensada (esto también es un poco al gusto, si sois muy dulzones echáis un poco más)
- 15 gr de azúcar 
- 1 cucharada de zumo de limón.

Preparación.

Cortamos las fresas en daditos pequeños, las ponemos en un bol mezcladas con el azúcar y el zumo de limón. Dejamos macerar durante 15- 20 minutos, tapado con film.

Para preparar la base de galletas, sólo tenemos que triturarlas con el rodillo, la batidora o lo que queráis. Las podéis mezclar con un poco de mantequilla en pomada para que tome cuerpo de base de tarta. Una vez trituradas las ponemos en los recipientes que hayamos elegido.

La crema de queso se prepara mezclando el queso y la leche condensada hasta conseguir una crema. Hecho esto ponemos nuestra crema encima de la galleta y finalizamos con la capa de fresas maceradas.







sábado, 3 de febrero de 2018

RECETA DE CASTAGNOLES VENECIANOS

Aprovechando que el nombre del blog incluye el " y más " voy a utilizarlo también para que podáis tener las recetas que hacemos en las clases de JuniorChef. En clase no podemos utilizar fuego ni aparatos "peligrosos" por eso queda descartada la batidora, microondas y demás. Tengo que confesar que al principio me resultaba un poco difícil organizar tanta receta de cocina en frío pero poco a poco voy cogiéndole el tranquillo y ya tengo algún que otro recurso para desenvolverme mejor. Por eso todo lo que hacemos en clase son masas que cocinan luego en casa  o hojaldres o platos de fruta así que no esperéis platos súper elaborados jajajaja.

Para lo castagnoles necesitamos:

- entre 150 y 200 gramos de Harina.
- 30 gr de mantequilla (2 cucharadas)
- 30 gr de azúcar
- 15 ml de anís ( yo en el aula lo he sustituido por zumo de naranja para compensar las medidas de líquidos)
- 1 huevo
- Ralladura de limón o de naranja.
- 5 gr de levadura. (1 cucharadita)
- 1 pizca de sal
- Media cucharada de esencia de vainilla
- aceite para freír
- Azúcar glas, azúcar blanco o canela para rebozar.

Ponemos en un recipiente el huevo y la mantequilla en trocitos (nosotros en clase la hemos puesto en trocitos pero también se puede poner en pomada) batimos  e incorporamos el azúcar, el anís, la ralladura de limón o naranja y la esencia de vainilla seguimos batiendo hasta que no queden grumos.

Mezclamos la harina con la levadura y la pizca de sal y la incorporamos a la mezcla hasta tener una masa suave que no sea pegajosa ni que se haya quedado muy seca, para evitar esto último es recomendable ir echando la harina poco a poco.

Una vez preparada la masa hacemos bolitas con las manos. Calentamos abundante aceite para freír nuestras bolitas a temperatura suave para evitar que se nos quemen por fuera y se queden crudas por dentro.

Una vez fritas, las dejamos escurrir en papel de cocina y después las pasamos por azúcar glas. También se puede hacer una mezcla de azúcar glas y azúcar blanca, o de azúcar y canela o lo que más os apetezca.

Y ya está sólo queda disfrutar de este postre que está buenísimo.

La imagen puede contener: comida

En la foto hay de todos los tamaños porque son los de la peque jajajaja, os recomiendo que los hagáis más o menos iguales para que se frían por igual porque vaya locura freír unas chiquininas con otras más gordotas. 😅

Y hasta aquí la parte de cocina.

En breve nueva reseña. Un saludo